“Solamente el fuego creador del amor es capaz de
brindar esa elevación de plenitud, unidad y compañía,
que borre definitivamente toda cicatriz de dolor. Todo atisbo de sufrimiento
inútil”
ENRIQUE MARISCAL
A veces cuando estoy triste y los infortunios amorosos se empeñan
en meterse por mi ventana, no puedo dejar de cuestionarme esa rara relación
entre amor y felicidad; y digo: ¿Quién es el imbécil
que puede decir; que ese dolor en el estomago cuando no está, o
esas noches de insomnio, o que los celos, o la incertidumbre permanente,
sin dejar de lado la añoranza y la perpetua espera; se parecen
en algo a la felicidad?
Es ahí entonces cuando decido poner toda mi energía en
mis obligaciones, en el enriquecimiento cultural y en la diversión.
Pero después de largas jornadas, llenas de papeles y corridas,
por la noche, ya en mi cama, donde todas nuestras cavilaciones adquieren
proporciones descomunales. Descubro que prefiero el dolor en el estomago
a la soledad; la incertidumbre al desasosiego.
Prefiero abrazar el sueño de que esa persona aparezca en el momento
justo, y que con un beso o una caricia borre todos esos sentimientos fatales
que la soledad muy gentilmente me ha regalado; al triste y frío
invierno de mis sábanas.
Es por eso que siempre caigo en el error, o en el acierto, de volver
a querer o volver a enamorarme. Elijo caer rendido ante unos hermosos
ojos pardos, a quedarme solo atesorando aquellas cicatrices que entristecen
mi corazón, macerando así tanto sufrimiento inútil.
Aquellos que nos han causado tanto mal no merecen otro castigo que esa
elevación de plenitud personal que solo puede darnos el nuevo amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario