Hoy es un día triste. Hoy por fin he entendido que no me
amas, que no soy quien pueda llenar todos los vacíos que hay en tu vida. Sueñas
con una historia en la que no encajo. Me encuentro fuera de lugar y hasta ahora
no quería verlo. Pero es así.
Dices que te sientes atado a un destino que no planeaste.
Pero sí lo hiciste, porque te dejaste arrastrar y no hiciste nada para
cambiarlo. Te limitaste a ser arrastrado por la inercia de los acontecimientos.
Y ahora sólo notas un gran hueco en el alma, que huele a tiempo perdido, que
imita a la nostalgia, que sabe a hiel en los labios…
Y es evidente que si alguna vez pude ser yo quien te ayudara
a volar, hoy estoy fuera de toda lógica razonable de dar marcha atrás para intentar
hacerte feliz. Llegué tarde a tu vida, pero juro que te estuve esperando más de
la mitad de la mía.
Y ahora evitas en tus mensajes cualquier cosa que tenga
parecido a la palabra amor. Siempre estuve enamorada de ti, aun sin saber que
eras real. Eres el hombre injusto. Pero también eres la persona que me sacó de
la rutina de días idénticos y por eso te estoy agradecida. Porque por fin,
llegaste a mi vida para demostrarme que no te estuve esperando en vano. Ahora
sé que la felicidad en el amor también es posible, aunque cuando llegas si la
función se ha acabado, algo se rompe en el interior y suena como un cristal que
se estrella contra el suelo. Así me siento yo: feliz por saber de tu existencia
y rota por haber llegado tarde.
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